miércoles, 26 de mayo de 2010

El bueno, el feo, y el malo



Estimados seres del submundo, vosotros que sois lo que queda de la cultura occidental, de la era de la información y los escudos antimisiles… espero que no hayáis olvidado a vuestro filósofo de bata, rulos y olor a fritanga…Puesto que nacidos para incordiar como mandan los cánones, seguimos en la delgada línea roja.

Episodio IV: El bueno

Lo cierto es que ya no existen los buenos, han perdido. Por desgracia todo nos induce a pensar que quizás nunca han existido. Que no nos leímos el manual del usuario del maniqueísmo. La verdad que se nos atraganta como siempre lo mismo. Ya no quedan héroes, solo nosotros, los borregos, vacilantes y asustadizos. No creáis que no me duele ser un borrego. Pero dentro del sistema, llevar esta piel sobre mi pelaje de lobo siberiano me protege de ellos, los malos. Están por todas partes… en el gobierno, haciendo velódromos con ascensores al más allá del Silent Hill y demás horrores innombrables de Shubb-niggurath. Son nuestros jefes, nuestros vecinos, cualquiera puede ser un replicante. Y es que todo se ha diluido y pervertido, ya no queda ni uno que de un paso adelante, todo está perdido.
Pero una vez más, desde la Bat cueva, Bruce Wayne acompañado por su fiel mayordomo Alfred, se convertirá en el Caballero oscuro. Indiana Jones desempolvará látigo, sombrero y revólver. Gandalf luchará de nuevo contra el demonio del mundo antiguo conocido como Balrog. Y los buenos volverán a ocupar el lugar que se merecen en nuestros ovinos corazones. Esta vez seremos nosotros los que gritaremos “nooo puedeeees pasaaaaar!!!!” o el quizás más dramático “no pasarán”. Puede que si alguna vez en la realidad, ganaran los buenos, en vez de en las novelas. Todo fuera diferente. No voy a pararme en etimologías, ni en retóricas, para decir que si a todos nos gusta que ganen los buenos, ¿Por qué nuestra pasividad hace que nunca sea así?

Episodio V: El feo

Que decir de los feos, esa larga tradición que nos une a la mayoría de los seres humanos. Ese club tan selecto al que muchos nos enorgullecemos de pertenecer. Y tantos otros que han sucumbido ante los cánones de belleza cada vez más exigentes, abandonados a sus más oscuros complejos e inseguridades. Esclavos de un culto al cuerpo ficticio y engañoso. Ya no se hacen pactos con el Diablo sino con tu cirujano plástico, contratos que no se firman con sangre sino con botox, y mucho dinero. Los feos también tienen derecho a vivir, ya no dejamos a Quasimodo vivir en la torre de Nôtre Dame. Ahora lo metemos en un albergue. Belleza a cambio de tu alma si es que ya no la tiene toda el banco.
Sin duda la anécdota de Albert Einstein lidiando con una bellísima pero descerebrada modelo, es reconfortante de forma parcial. Pero así es el reino animal, queridos Infra-seres. La genética es tan imprevisible que puede mutar. Y perpetrar obras de arte como determinadas personas bajitas y feas pero listas como para engañar a montones y aniquilar a otros tantos. O Bellas en el exterior y por dentro vacías, faltas de toda humanidad, casi inertes como estatuas de cera. Y solo una vez entre un millón… belleza, fuerza e inteligencia toda junta o el caso diametralmente opuesto. Pero la mayoría… pues eso, del montón.



Episodio VI: El malo

Ni que decir tiene que nada causa más admiración que el Malo, el bueno siempre hace lo mismo, el malo…improvisa. Y es que los malos de la realidad lo son mucho más que en la ficción. Capaces de atrocidades sin fin, a todos nos suenan en la cabeza las palabras más venenosas. Pero el malo hace de ellas su estilo de vida, hace lo que le pide el cuerpo. Y eso en las reprimidas mentes del pensar general, es fuente de disimulada reverencia. Ese aparente halo superguay de la muerte, luego conlleva una pesada carga, el arrepentimiento. Para ser el malo de lo único que tienes que arrepentirte es de los pecados que aún no has podido cometer. Sin embargo, desde dentro, nos espera encajar la mordedura de la sediciosa Conciencia. El malo de película mola, el malo real es tan listo que nadie sabe quien es y nos observa sonriente contemplándonos. Como un Gran Hermano secreto (El de Orwell, no el de Tele cinco), sentado en su maléfico, nefando y oscuro rincón.

Los malos de verdad han ganado la guerra, son los que verdaderamente ostentan la cúspide del poder. ¿Qué como lo han hecho? Pues muy fácil: han hecho creer a los buenos que han vencido. O directamente han vencido uniéndose a ellos. El caso es que desaprensivos siguen robando en el sur para traer al norte, cosas que van a ser medio consumidas y después desperdiciadas. Después esos desaprensivos fabrican armas con los metales del sur en el norte, y son vendidas en el sur a reyezuelos y señores de la guerra, a precio de oro. Todo ello para que en el sur se maten los unos a los otros, y venderles cuando estén heridos o enfermos los medicamentos que se han fabricado en el norte, con materias primas del sur.
¿Si vivo en el norte y no hago nada contra los desaprensivos, eso no me convierte en el malo, incluso más que a ellos?
Señores… nosotros… somos los malos.

4 comentarios:

M.A. Garcías dijo...

Wow. Queremos más :P

Enric Pujadas Plasencia dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Enric Pujadas Plasencia dijo...

Después de cinco meses sin escribir, has vuelto particularmente inspirado. La verdad es que empiezo a preguntarme cuanta mierda más podremos tragar antes de que haya un levantamiento popular... desgraciadamente creo que mientras tengamos pan y circo nuestro límite de mierda a tragar es bastante elevado. En fin, has conseguido que me sienta... malo.

Gaspar dijo...

Gracias por seguir ahí, habrá más espero que pronto, aunque conmigo, ni yo mismo lo se...Be water...my friend