Hola de nuevo, queridos seres de la Tierra, una vez más Be water...
my friend vuelve con energías renovadas para desnudar sin ningún pudor la promiscua condición humana. Largo tiempo ha enmudecido mi pluma aletargada por la simple rutina, pero acontecimientos sin precedentes me llaman de nuevo a las armas para combatir a infraseres sin honor ni vergüenza faltos de toda humanidad. Éstos, sin piedad, se sirven de la mentira y todo tipo de bajos subterfugios en su propio beneficio perpetuando de esta forma sus privilegios. Distraer es la vieja táctica de los ilusionistas para centrar la atención del público en lo que les interesa para realizar el truco que desean. Lo interesante del término no radica en el inocente ejercicio de entretener sino en la aplicación directa en actividades más serias y que arrastran a mucha más gente con el afán malicioso de manipular, engañar y timar en sus propias narices a todos aquellos incautos que se tragan el anzuelo. La masa por lo general es descerebrada, aunque entre ella estén mezclados individuos de mente cabal y despierta. Por ello es muy fácil dejarse llevar por lo que nos van contando en un gigantesco mar informativo que nada sabe de verificación, contrastación o pensamiento crítico.
Los gobiernos formados por políticos profesionales que como una nueva nobleza al estilo de la del Antiguo régimen rige los destinos de las almas que cada cuatro años votan entre guatemala o guatepeor quien va ser el próximo en apretarles las clavijas. Ante dicho panorama, me horripila lo que es capaz de creerse la gente sin preguntar por qué. Se olvida con demasiada frecuencia que el poder es controlar la información, tarea harto complicada en nuestra era de internet donde el control es precisamente la ausencia del mismo. La verdad está mas amalgamada que nunca entre tanta mentira y la contrastación requiere tal esfuerzo que la mente más inquieta y crítica es sobrepasada en muchas ocasiones provocando la rendición. Lo cierto es que nunca ha sido tan fácil hacerle creer a quien sea cualquier cosa. Este panorama nos sitúa en una esclavitud encubierta en la que los amos pueden hacer lo que les venga en gana siempre que repartan muchas migajas y pocos latigazos.
Por ello, este blogger a tiempo parcial quiere haceros partícipes de la verdad, incómoda y cruel en tres actos:
ACTO I: Exacerbando el nacionalismo.
En una versión moderna del divide y vencerás nos hacen creer que los catalanes quieren su independencia de la mano de la derecha más rancia propugnada por Prat de la Riba (CIU) más despiadada si cabe que el PP. ¿Alguien en su sano juicio cree que a esos les interesa lo más mínimo independizarse? Se trata una vez más de una consecución de réditos económicos. Si se tratase de autodeterminación tendría más legitimidad moral pero no es eso en absoluto. Seguramente en artera conchavación con el gobierno central hacen ruido para que la borrega opinión pública centre su atención en los supuestos secesionistas y se ponga cara a la pared en una suerte de muro de las lamentaciones. Mientras los cabrones de los catalanes quieren fragmentar la Una, grande y libre, no veo que lo que realmente quieren fragmentar son derechos fundamentales pagados por nuestros abuelos con sangre. Los del pollo en la bandera más animados que los gremlins en el cine, los nazis de la periferia con el chocho haciendo palmas y los ni fu ni fa quejándose de lo malos que son Artur Mas y su trepa de farsantes. Niebla más que oportuna en los tiempos que corren ¿No?.
ACTO II: El muro.
Por si no fuera suficiente y en un circense más difícil todavía todos los telediarios se deshacen en noticias sobre la valla de Melilla y los desgraciados colgados de las concertinas sufriendo malos tratos internacionales convertidos por los medios en una suerte de enemigo que se enfrenta con palos y piedras a tíos con rifles de asalto. Todo ello para que la gente vuelva su mirada a la frontera y piense en que los negros nos invaden como si fueran berberiscos, vándalos u otomanos armados hasta los dientes. No entraré en consideración sobre de qué huye o qué busca esa gente que compelida por la pobreza, la guerra o la búsqueda del sueño americano arriesga su vida de esa forma. Lo cierto es que si muestras en las noticias algo a todas horas con las palabras justas, tienes a los fascistas armándose para la guerra, a los que les da lo mismo diciendo que nos roban el trabajo y a las ONG demonizadas por denunciar la situación. Mientras como una serpiente venenosa bajo la hierba nuestro gobierno, en aras del bien común, cercenando derechos a diestro y siniestro como Conan cortando cabezas. Truco que utilizan sin piedad para que creamos que esa pobre gente representa algún peligro. Mira el as de corazones que tengo en la mano derecha mientras con la izquierda te he robado la cartera, el reloj y si te descuidas la virtud. Esa es sin duda la auténtica cultura global del miedo que paraliza la opinión pública hasta el punto de dejarse dar por el culo sin chistar lo más mínimo.
ACTO III: La involución.
Otro acto de distracción sin precedentes es la vuelta al año 1985 sin DeLorean ni condensador de fluzo. Un anteproyecto de ley anunciado a bombo y platillo para que los progres pongan el grito en el cielo enarbolando la bandera de los derechos de la mujer. Una vez más las fuerzas del mal se llevan la palma en su intento de dividir ya una maltrecha cohesión ciudadana a sabiendas de que no se organizará sino que se dividirá en mareas de todos los colores del arco iris. Lo que no sabemos es que al color que temen realmente es al rojo de una intensidad suficiente que eclipse al blanco, verde, azul o rosa con topos lilas. Hace ya algún tiempo que el capitalismo postindustrial tiene síntomas de muerte clínica en el que se dan cita con reciprocidad el necrótico neoliberalismo y la podrida social-democracia. En la búsqueda del justo medio se ha perdido del todo la capacidad de discernir lo conveniente. Sin duda estamos pagando con creces la adolescencia de nuestra democracia. Aún con el papá dictadura y la mamá república grabadas a fuego en el sentir popular. La política a día de hoy, sólo es el telón que vela el resto del escenario en el que se representa el drama en el que los actores son las multinacionales, holdings y corporaciones. En una visión marxista todo es reducible a la economía y eso es hoy más que nunca de una certeza que hiela la sangre.